Los primeros años que estuve en comunidad con otras personas trans y trabajando en mi propia identidad de género, la mayoría de las narrativas trans masculinas que encontré provenian de contextos negros o blancos. Si bien me sentí inspirado y estas historias resonaron mucho conmigo, el ser un hombre se presentó de una manera bastante binaria que no era consistente con mi experiencia y no podía mapearse claramente en mis etnias. No fue hasta que vi un documental llamado Kumu Hina en 2014 que cuenta la historia de Hina Wong-Kalu, une maestre y practicante cultural native de Hawái que es māhū, una palabra que se traduce como "medio", que comencé a creer que había un camino culturalmente específico y posible para que me diera cuenta y abrazara la masculinidad. Tomaría algunos años más identificar las formas en que quería encarnar eso, pero aprender sobre la historia de Hina y su trabajo fue sin duda un momento decisivo en el "convertirme" en mí para mí.
1. Atención médica de afirmación de género (primero en Atlanta y luego en Los Angeles) de profesionales con contextos culturales más cercanos. 2. Investigación histórica y escritos de Jules Gill-Peterson, Susan Stryker y C. Riley Snorton. 3. Investigación teológica y escritos de Justin Sabia-Tanis y Austen Hartke. 4. Espacios de afinidad y caucus en la Conferencia de creación de cambio anual del Grupo de trabajo LGBTQ. 5. Los modelos a seguir trans masculinos en el trabajo de movimiento LGBTQ como Ezak Amaviska Perez, Shannon Minter, Diego Miguel Sanchez, Sam Ames, y Chase Strangio. 6. Asociaciones y amistades íntimas con personas de todos los géneros que me han creado un espacio para reír, llorar, probarme cosas y vivir la pregunta de qué significa vivir en amor y libertad.