Fui a un campamento donde se podía elegir un apodo para la semana. Elegí un nombre de chico, todos me llamaban así y fue la primera vez que pensé, «tal vez realmente podría hacer esto».
Pude asistir a un grupo juvenil no religioso con un enfoque queer, dirigido principalmente por gente transmasculina/no binaria. Al ver personas trans masculinas en los 30 y 40 años, me dio esperanza.