No me desperté una mañana para darme cuenta que era trans, pero sí me desperté un día y me di cuenta que ya no podía ponerme el disfraz. Miré a mi pareja y me aseguró que me respaldaba de todas formas y que la familia elegida que habíamos construido hará lo mismo. Saber que tenía apoyo y no solamente aliades, sino personas que me iban a amar y proteger (físicamente y emocionalmente) me ayudó a ser suficientemente valiente para quitarme la máscara.
Familia elegida, comunidades por el internet y grupos de apoyo de los centros de orgullo locales donde podía interactuar con otras personas viviendo su verdadera identidad.