Cuando era adolescente, empecé a darme cuenta de que algo no estaba bien, pero no me enteré lo que era. A los 20, me di cuenta de que nada estaba mal... solamente todavía no había descubierto lo que me convenía. Seguí a creadores trans pero nunca pensé que ese también podría ser yo, que no había diferencia entre nosotros. De allí me vi a mí mismo como un futuro hombre.
Mi marido era la primera persona con la que salí del armario y me apoyó desde el principio. Seguí un camino desde el proveedor de atención primaria de salud, que se contactó con jóvenes trans, hasta mi terapeuta transmasculino, y a un centro queer local en mi ciudad. Me ayudaron no solamente con la transición, sino también a encontrar una comunidad con mis pares.